lunes, marzo 16, 2009

En el curso del tiempo















Im Lauf der Zeit
Wim Wenders, 1976
175 minutos

Bruno se dedica a reparar proyectores de cine, y para ello recorre pueblecitos de Alemania en su camión. Un día -de la forma más extraña- se topa con Robert, un hombre que acaba de separarse de su mujer y que se encuentra un tanto perdido. Deciden viajar juntos. Por el camino escucharán singles de vinilo de rock de los cincuenta, se encontrarán con un hombre que acaba de perder a su familia en un accidente o a un viejo proyeccionista que piensa que el cine ha muerto. Robert le hará una visita a su padre para ajustar cuentas con el pasado, mientras que Bruno vivirá una curiosa aventura con una taquillera de cine.

Wenders, como sus personajes, no tiene ninguna prisa por llegar a su destino, así que el viaje puede tornarse exasperante por momentos; ya comenté en una entrada anterior mi encontronazo inicial con esta cinta. Y es que es vital enfrentarse a “En el curso del tiempo” con la predisposición adecuada: la de contemplar una auténtica obra de arte, con actores de verdad (admirables Rüdiger Vogler y Hanns Zischler), sin diálogos estúpidos ni más música de la estrictamente necesaria; y no la sucesión habitual de clichés y estereotipos que nos suelen vender como cine y que en realidad poco tienen que ver con éste. Una película con su propio ritmo, pausado y contemplativo, con el que sin duda cuesta conectar; pero si se consigue, deja la sensación de que no existía mejor forma de invertir las tres horas que dura su metraje.

Qué bien expresa todo esto el ya mencionado ex-proyeccionista, desengañado con la vacuidad del cine contemporáneo (bien podría estar hablando del de nuestros días):
El cine es... el arte de ver, decía mi padre. Por esto no puedo pasar estas películas que sólo explotan aquello que es explotable en la cabeza y en los ojos de la gente. No me obligarán a proyectar películas de las que la gente sale endurecida y embrutecida por la estupidez. Películas que destruyen cualquier alegría de vivir y anulan cualquier sentimiento hacia el mundo y hacia ellos mismos...

En el curso del tiempo” tiene muchas escenas inolvidables. En mi favorita, los protagonistas llegan a una sala de cine abarrotada de niños que esperan ansiosos a que comience la proyección. Tras la pantalla, Bruno y Robert comienzan a reparar el proyector, pero terminan escenificando una improvisada pantomima de sombras chinescas.

Elink (versión original en alemán)

subtítulos en español

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